¿Qué nos piden los alumnos?
El primer
día de clase el docente podría esperar que el alumnado esté relajado, incluso
un tanto asustado por la incertidumbre del nuevo curso. Condiciones estas, que
facilitan el dominio del aula y la exposición de la clásica presentación sin
demasiadas interrupciones. Pero esto no es así. Cuando el profesor o la
profesora entran en el aula descubren que los chicos y chicas están exaltados y
nerviosos. En este momento cabría preguntarse: ¿qué necesita este grupo de
alumnos y alumnas? ¿Contención? ¿Seguridad?
La
flexibilidad del pensamiento, la observación y la adaptabilidad de profesores y
profesoras se convierte en una herramienta en el aula desde el primer día. Dado
que los grupos de alumnos y alumnas son diferentes en cada clase, el profesor
también tendrá que ser diferente y ofrecer a cada grupo dinámicas
personalizadas y específicas para cada uno de ellos.
Un ejemplo
podría ser el caso de Andrés, un adolescente de trece años que no consigue
estar callado, ni sentado demasiado tiempo. No le gustan las tareas de clase y
siempre tiene algo que objetar a las propuestas que se realizan. Andrés, desde
el primer momento, se convierte en un reto tanto para el profesor como para su
grupo de clase. En este caso la construcción de límites que sirvan de
contención harán un formato de clase un tanto constante pero necesario para
sostener la inquietud de Andrés y la necesidad del grupo de aprender y de
sentirse seguro.
Posteriormente,
la observación y la paciencia son las herramientas principales. Con el
trascurso de los días vemos a Andrés atender durante unos minutos, sin
necesidad de levantarse tanto de su asiento e incluso dando su opinión sobre un
debate expuesto en clase. Al mismo tiempo el grupo se siente más seguro y por
lo tanto está más participativo. Dando lugar a que los que nunca antes habían
hablado comiencen a hacerlo en las discusiones propuestas en clase.
Esta tarea
de atención directa y personal de los alumnos y alumnas se lleva a cabo en tres
Institutos de Enseñanza Secundaria de la Comunidad de Madrid a través de un
programa de desarrollo moral y pensamiento crítico, dirigido y realizado por la
ONG Unimos. Este proyecto pretende sensibilizar y estimular el pensamiento de
los adolescentes a través de sesiones participativas en las que el alumnado es
el principal protagonista. Acompañar a los jóvenes en el desarrollo de sus
habilidades cognitivas, en la expresión de sus necesidades y en la construcción
autónoma de su pensamiento, son algunos de los objetivos de este programa.
La
Asociación Internacional Unimos pretende abordar las diferentes necesidades del
alumnado a través de su proyecto de desarrollo moral y pensamiento crítico
(Lawrence Kohlberg) como metodología de enseñanza-aprendizaje.
Unimos es una organización de la sociedad
civil sin fines lucrativos. Sus ámbitos de actuación son la cooperación
internacional, los programas de sensibilización y la investigación.
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