sábado, 3 de diciembre de 2011

Desde el primer día, en el punto de mira.


¿Qué nos piden los alumnos?

El primer día de clase el docente podría esperar que el alumnado esté relajado, incluso un tanto asustado por la incertidumbre del nuevo curso. Condiciones estas, que facilitan el dominio del aula y la exposición de la clásica presentación sin demasiadas interrupciones. Pero esto no es así. Cuando el profesor o la profesora entran en el aula descubren que los chicos y chicas están exaltados y nerviosos. En este momento cabría preguntarse: ¿qué necesita este grupo de alumnos y alumnas? ¿Contención? ¿Seguridad?
La flexibilidad del pensamiento, la observación y la adaptabilidad de profesores y profesoras se convierte en una herramienta en el aula desde el primer día. Dado que los grupos de alumnos y alumnas son diferentes en cada clase, el profesor también tendrá que ser diferente y ofrecer a cada grupo dinámicas personalizadas y específicas para cada uno de ellos. 
Un ejemplo podría ser el caso de Andrés, un adolescente de trece años que no consigue estar callado, ni sentado demasiado tiempo. No le gustan las tareas de clase y siempre tiene algo que objetar a las propuestas que se realizan. Andrés, desde el primer momento, se convierte en un reto tanto para el profesor como para su grupo de clase. En este caso la construcción de límites que sirvan de contención harán un formato de clase un tanto constante pero necesario para sostener la inquietud de Andrés y la necesidad del grupo de aprender y de sentirse seguro.
Posteriormente, la observación y la paciencia son las herramientas principales. Con el trascurso de los días vemos a Andrés atender durante unos minutos, sin necesidad de levantarse tanto de su asiento e incluso dando su opinión sobre un debate expuesto en clase. Al mismo tiempo el grupo se siente más seguro y por lo tanto está más participativo. Dando lugar a que los que nunca antes habían hablado comiencen a hacerlo en las discusiones propuestas en clase.
Esta tarea de atención directa y personal de los alumnos y alumnas se lleva a cabo en tres Institutos de Enseñanza Secundaria de la Comunidad de Madrid a través de un programa de desarrollo moral y pensamiento crítico, dirigido y realizado por la ONG Unimos. Este proyecto pretende sensibilizar y estimular el pensamiento de los adolescentes a través de sesiones participativas en las que el alumnado es el principal protagonista. Acompañar a los jóvenes en el desarrollo de sus habilidades cognitivas, en la expresión de sus necesidades y en la construcción autónoma de su pensamiento, son algunos de los objetivos de este programa.
La Asociación Internacional Unimos pretende abordar las diferentes necesidades del alumnado a través de su proyecto de desarrollo moral y pensamiento crítico (Lawrence Kohlberg) como metodología de enseñanza-aprendizaje.
Unimos es una organización de la sociedad civil sin fines lucrativos. Sus ámbitos de actuación son la cooperación internacional, los programas de sensibilización y la investigación. 

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