Si mirar hacia otro lado, ignorar la realidad, es un acto de irresponsabilidad, no invocar a la esperanza sería una entrega a la fatalidad.
La esperanza, que en otros tiempos era lo último en perderse, ahora parece inexistente, borrada del espíritu colectivo humano. La esperanza, entendida como la certeza de que sobrevendrá un orden mejor después de la catástrofe o la adversidad, es la virtud que moviliza a las personas de bien y a las organizaciones sociales y de cooperación al desarrollo. Sin esperanza no tiene sentido sembrar los campos, penetrar las entrañas de la tierra para hacer brotar el agua, salvar vidas frágiles, o trabajar para lograr la cohesión de los pueblos y para conseguir el advenimiento de la solidaridad y la justicia.
El mensaje de Unimos a lo largo de 2009 ha sido el de rescatar la esperanza, alimentar el optimismo, sembrar la confianza en que un nuevo orden es no solo posible sino necesario y obligatorio. Este mensaje se ha sustentado en nuestra acción discreta y sencilla; acción en los barrios olvidados de Bogotá, Colombia; en una pequeña aldea de Senegal; o en el seno de las asociaciones de inmigrantes que desarrollan su trabajo en España.
Y como sembradores de esperanza, hemos abierto lentamente nuestro ámbito de actuación. Hemos definido los países en los que centraremos nuestras actuaciones, hemos creado delegaciones de nuestra entidad en diferentes comunidades y localidades de España y, finalmente, hemos fortalecido nuestra estructura con una nueva y más grande Junta Directiva y base social de la Entidad.
El nuevo año se presenta como posibilidad y como esperanza y a partir de allí vamos a construir, con optimismo, con ilusión y con un renovado compromiso con las personas y su entorno.
Kenny Lavacude Parra
Presidente